Día 8. La estación
24 de Septiembre. Domingo
Eran las 05:40h cuando Anil nos pasó a recoger por el hotel. Aún perezosas por el madrugón pero con ganas de ver el Taj Mahal, una de las 7 maravillas del mundo.
Nos costó un rato entrar, para cuando subimos no habían abierto aun y estaba plagado de turistas. Después de un control exhaustivo de bolso llegamos a la entrada del recinto. La gente se apelotonaba en la puerta para sacarse la primera foto, y nosotras no íbamos a ser menos. El Taj- Mahal resultó ser una de las obras de arquitectura más perfecta y mejor conservada que había visto hasta el momento, tan blanca, tan limpia...cuesta situarla en aquel país. Se me pusieron los pelos de punta en más de una ocasión mientras paseábamos por los jardines y sacábamos fotos desde todos los ángulos.
Fotos del Taj Mahal, Agra
Cuando intentamos salir del recinto nos confundimos de puerta, y el recinto era inmenso. Claro que una vez sales, no puedes volver a entrar. No lo vimos nada claro como para ir andando porque parecía un barrio bastante grande con callejuelas bastante pequeñas y podría ser fácil perderse por allí, así que decidimos coger un tuk- tuk a un chico que, si no tenía la lepra, tenía una enfermedad importante en la piel...
Al volver a situarnos en nuestra puerta nos paramos en los puestos para comprar la típica figurita del edificio, previo encargo de mi madre como suele ser ya tradición, y conseguimos 2 por 500 rs cuando empezaron pidiéndonos 650 rs por cada una. Nuestra faceta de regateo iba mejorando según pasaban los días.
Volvimos al hotel antes de que cerraran el buffet del desayuno y nos pusimos las botas, a saber cuando íbamos a volver a a comer así de bien. Descansamos en nuestras maravillosas camas antes de que tuviésemos que dejar la habitación e hicimos algo de tiempo en el lobby, al menos allí teníamos internet.
Como el conductor nos dijo que no había nada más que hacer en Agra, a parte de visitar el Fuerte, nos fuimos al Pizza Hut a comer con toda la calma del mundo. Era muy pronto pero las opciones de hacer algo por allí eran nulas.
Entramos en el Fuerte de Agra después de comer y estuvimos dando vueltas, escribiendo este diario a la sombra y sacándonos fotos con todos los que nos lo pedían. Lo que al principio nos parecía un agobio ahora era lo más divertido que se podía hacer.
Al volver a situarnos en nuestra puerta nos paramos en los puestos para comprar la típica figurita del edificio, previo encargo de mi madre como suele ser ya tradición, y conseguimos 2 por 500 rs cuando empezaron pidiéndonos 650 rs por cada una. Nuestra faceta de regateo iba mejorando según pasaban los días.
Volvimos al hotel antes de que cerraran el buffet del desayuno y nos pusimos las botas, a saber cuando íbamos a volver a a comer así de bien. Descansamos en nuestras maravillosas camas antes de que tuviésemos que dejar la habitación e hicimos algo de tiempo en el lobby, al menos allí teníamos internet.
Como el conductor nos dijo que no había nada más que hacer en Agra, a parte de visitar el Fuerte, nos fuimos al Pizza Hut a comer con toda la calma del mundo. Era muy pronto pero las opciones de hacer algo por allí eran nulas.
Entramos en el Fuerte de Agra después de comer y estuvimos dando vueltas, escribiendo este diario a la sombra y sacándonos fotos con todos los que nos lo pedían. Lo que al principio nos parecía un agobio ahora era lo más divertido que se podía hacer.
Collage de selfies sacados durante todo el viaje pero especialmente ese día en el Fuerte de Agra
Mirando el itinerario de la agencia, y de las cosas que íbamos a ver en Agra, había 2 en las que aun no habíamos estado. Así que para las 17h bajamos corriendo al coche para decirle a Anil que nos llevara.
Fotos del Fuerte de Agra con el Taj Mahal al fondo
Quedamos alucinadas con su comentario, nos dice que uno de los monumentos ya debería estar cerrado por la hora que era y que el otro estaba muy lejos y para cuando llegáramos nos lo encontraríamos también cerrado.
Estábamos flipando, y me hervía un pelín la sangre porque no entendía nada. O sea, que habíamos estado perdiendo el tiempo en todos y cada uno de los sitios porque él mismo nos había dicho que no había nada más que ver. Y con toda su enorme jeta me pregunta que qué hacemos?! Le dijimos que nos llevara donde fuera, aunque estuviesen cerrados los sitios, que moviera el coche y nos llevase a ver las puertas cerradas de los monumentos. Cual fue nuestra sorpresa? Que uno de los sitios, el primero al que nos acercó estaba abierto, y fue increíble ya que nos pillo con la puesta des sol al lado del río Yamuna donde había grupos de niños bañándose en sus orillas.
Estábamos flipando, y me hervía un pelín la sangre porque no entendía nada. O sea, que habíamos estado perdiendo el tiempo en todos y cada uno de los sitios porque él mismo nos había dicho que no había nada más que ver. Y con toda su enorme jeta me pregunta que qué hacemos?! Le dijimos que nos llevara donde fuera, aunque estuviesen cerrados los sitios, que moviera el coche y nos llevase a ver las puertas cerradas de los monumentos. Cual fue nuestra sorpresa? Que uno de los sitios, el primero al que nos acercó estaba abierto, y fue increíble ya que nos pillo con la puesta des sol al lado del río Yamuna donde había grupos de niños bañándose en sus orillas.
Niños jugando en el río Yamuna, Agra
Era la tumba Itmad Ud Daula, considerada la hermana pequeña del Taj-Mahal. La imagen era impresionante, preciosa, pero aun sentía rabia porque Anil no nos había querido llevar hasta allí desde un principio. Cual era su problema?
Foto del atardecer en la tumba Itmad Ud Daula, Agra
A las 18:30h la misma pregunta, y ahora qué? que queréis hacer? Como si tuviéramos muchas opciones...
Nos dejó en la puerta del KFC y allí estuvimos durante 2 horas y media. Nos sentíamos algo frustradas ya que no estaba siendo justa la situación. Nos había engañado y quien sabe si había sido solo en ese día.
Nos dejó en la puerta del KFC y allí estuvimos durante 2 horas y media. Nos sentíamos algo frustradas ya que no estaba siendo justa la situación. Nos había engañado y quien sabe si había sido solo en ese día.
Pasando el rato en el KFC, Agra
A las 9 nos dirigimos a la estación de tren ya que estaba previsto que saliera a las 23:20h así que íbamos con tiempo de sobra.
Nos sorprendió lo lejos que estaba, pero bueno...sin mas. Anil accedió a una autopista en la que apenas había coches y todas las farolas que faltaban en los pueblos de India parecía encontrarse allí mismo. Por lo menos había 4 carriles en cada lado separados por una mediana infranqueable. Después de un buen rato y justo cuando pasamos por delante de un autoestopista Anil frena el coche y se dirige hacia él. Pensabamos que iba a cogerle y también pensábamos muchas cosas peores a llevar a un simple autoestopista, yo creo que el hombre también lo pensó cuando pasamos por su lado ya que le vimos cara de felicidad. Pero no, Anil decidió dar la vuelta y conducir en dirección contraria.
No le dijimos nada, al menos yo no podía hablar, solo me decía a mi misma que por favor no viniera ningún coche de frente. Pensé que igual habría visto algún hueco abierto de la mediana e iría al otro lado, pero no fue el caso. Venían pocos coches, pero venían, y no se distinguía bien el carril por el que conducían ya que ese tramo tenía algo de curva. Solo veíamos las luces de los faros acercándose a nosotras. Cada vez que nos pasaba un coche por un lado se nos escapaban los suspiros nerviosos, esa vez lo habíamos sorteado pero y las siguientes luces que venían en nuestra dirección? Tendríamos la misma suerte? Yo apretaba fuerte el asiento y colocaba el cuerpo en buena posición esperando causarme las menos lesiones posibles en caso de choque.
Habíamos echo al menos 3 o 4 kilómetros y mi miedo y rabia empezaba a aparecer en forma de tembleque. Como nos podía hacer esto? En cuanto dio otra vez la vuelta comprendí lo que quería hacer. Se había saltado la salida y en vez de salir por la siguiente y retroceder le pareció más correcto deshacer el camino. Prometí no decirle nada hasta que llegáramos a la estación y una vez allí me iba a oír.
Paró en otro sitio para preguntar a ver si iba bien y por fin llegamos. Aparcó el coche, abrió el maletero y cogimos nuestras maletas. Quiso ayudarnos pero le dije que no lo hiciera. Insistió un par de veces y ya ahí si, estallé y perdí los nervios que me había tragado durante todo el trayecto. Le dije que nos llevara a la plataforma y que se fuera de allí. El hombre vino detrás nuestro. Al llegar a la estación me preguntó que por qué estaba tan enfadada. "Acaso no te parece suficiente que hayas jugado con nuestras vidas? Por favor, déjanos en la plataforma de tren y te largas."
Nos dice que lo había hecho para no llegar tarde ya que no encontraba la salida de la autopista, a parte que él no pondría nunca en riesgo nuestras vidas porque sería también poner en riesgo las suya.
Le contesté que dar la vuelta y conducir de frente a los coches no era una opción, le dije que si quería jugar con la vida de alguien que lo hiciera con su amigos y familia pero que no lo vuelva a hacer con unos turistas ya que no estamos acostumbrados a ese tipo de cosas. Esta vez ya le grité que nos dejara en la plataforma y que se largara. La gente nos miraba, pero me importaba un pimiento, no me podía contener. Era eso o estamparle el bolso en su cara de ..."no se por qué te pones así?"
Llegamos finalmente al anden e insistí en que se fuera, la verdad es que me costaba incluso mirarle a la cara, nos las apañaríamos sin él. Nos dice que él no se va, tiene que dejarnos en el tren así que llamó a Haroon para explicarle a saber qué milonga. Fue en ese momento cuando nos percatamos de donde estábamos y de lo que había a nuestro alrededor. Gente mirándonos mal, rodeadas de hombres que cada vez se acercaban más a nosotras. Unos dormían sobre cartones esperando su tren, otros simplemente de pie, observándonos con todo descaro de arriba a abajo. Ratas, muchas ratas cruzando las vías del tren constantemente, y miles de bichos voladores que se chocaban contra nosotras. Aquel sitio era el más repugnante en el que había estado jamás y no por la suciedad, más bien por las personas que estaban intimidándonos. Estábamos en el infra-mundo, o al menos esa era mi sensación.
Anil me pasó el teléfono para que hablara con Haroon. Me dijo que ya le había dicho al conductor que lo que había hecho no estaba bien (daba la impresión que le hubiese reñido a un perrito, "eso no está bien, eso no se hace, perrito malo") pero que lo hecho, hecho estaba. Le había dado órdenes de dejarnos dentro del vagón y que si no queríamos hablarle que no lo hiciéramos, él se quedaría en un esquina esperando a nuestro tren pero no nos dejarían allí tiradas porque conocían esa estación y no era lugar para nosotras.
Le dije que OK a todo, también le dije que podía entender que lo hecho en la autopista fuese normal en India pero que en nuestro país era impensable y que al día siguiente y cuando estuviese menos nerviosa tendría una charla de nuevo con él.
Sentadas sobre nuestras maletas, golpeándonos el cuerpo cada dos por tres para intentar matar el bicho volador interpuesto en nuestro camino, tuvimos una visión, una esperanza entre todo lo que nos rodeaba. Vimos unos ángeles acercarse, vimos una pareja de turistas. Como si nosotras fuéramos su espejismo también, se acercaron a nosotras como si un imán nos atrajese.
Ella colombiana y él ingles aunque hablaba perfectamente castellano.
Se dirigían a Nepal ya que querían subir el Annapurna. Nos pusimos a compartir experiencias y sensaciones que, la chica al menos, había sentido durante sus 2 días en Delhi. Nos confesó que el día anterior no pudo contener la lágrimas de la rabia que sentía cuando los hombres la miraban de aquella manera que sólo ellos saben.
Hablamos también de otro asunto que nos traía en jaque, las propinas. Del caos de las ciudades, la suciedad. Peleamos con los bichos voladores y los no voladores que intentaban hospedarse en nuestras maletas. Nos invitaron a jugar a las cartas para distraernos aunque no estábamos para muchos juegos ya que había demasiada tensión en el ambiente. De repente se acercó un guardia de la estación y le ordenó de manera bastante amenazadora que dejaran de jugar ya que estaba prohibido. Una vez mas, increíble. Estaba permitido mear en la calle, escupir e incluso acosar, pero no jugar a cartas. Pues nada, seguiremos con la tertulia.
De vez en cuando pasaban trenes, y solo nos podíamos fijar en la "Sleeper class" y "Third class", en cómo iban esos vagones, gente apilada en montones, empujándose los unos a los otros que querían salir del tren o subirse al mismo en marcha, metiendo las maletas por las ventanillas y rezábamos para que la "First class" (la nuestra) y la "Second class" (de ellos) no se pareciese en nada a lo que estábamos viendo.
Nos sorprendió lo lejos que estaba, pero bueno...sin mas. Anil accedió a una autopista en la que apenas había coches y todas las farolas que faltaban en los pueblos de India parecía encontrarse allí mismo. Por lo menos había 4 carriles en cada lado separados por una mediana infranqueable. Después de un buen rato y justo cuando pasamos por delante de un autoestopista Anil frena el coche y se dirige hacia él. Pensabamos que iba a cogerle y también pensábamos muchas cosas peores a llevar a un simple autoestopista, yo creo que el hombre también lo pensó cuando pasamos por su lado ya que le vimos cara de felicidad. Pero no, Anil decidió dar la vuelta y conducir en dirección contraria.
No le dijimos nada, al menos yo no podía hablar, solo me decía a mi misma que por favor no viniera ningún coche de frente. Pensé que igual habría visto algún hueco abierto de la mediana e iría al otro lado, pero no fue el caso. Venían pocos coches, pero venían, y no se distinguía bien el carril por el que conducían ya que ese tramo tenía algo de curva. Solo veíamos las luces de los faros acercándose a nosotras. Cada vez que nos pasaba un coche por un lado se nos escapaban los suspiros nerviosos, esa vez lo habíamos sorteado pero y las siguientes luces que venían en nuestra dirección? Tendríamos la misma suerte? Yo apretaba fuerte el asiento y colocaba el cuerpo en buena posición esperando causarme las menos lesiones posibles en caso de choque.
Habíamos echo al menos 3 o 4 kilómetros y mi miedo y rabia empezaba a aparecer en forma de tembleque. Como nos podía hacer esto? En cuanto dio otra vez la vuelta comprendí lo que quería hacer. Se había saltado la salida y en vez de salir por la siguiente y retroceder le pareció más correcto deshacer el camino. Prometí no decirle nada hasta que llegáramos a la estación y una vez allí me iba a oír.
Paró en otro sitio para preguntar a ver si iba bien y por fin llegamos. Aparcó el coche, abrió el maletero y cogimos nuestras maletas. Quiso ayudarnos pero le dije que no lo hiciera. Insistió un par de veces y ya ahí si, estallé y perdí los nervios que me había tragado durante todo el trayecto. Le dije que nos llevara a la plataforma y que se fuera de allí. El hombre vino detrás nuestro. Al llegar a la estación me preguntó que por qué estaba tan enfadada. "Acaso no te parece suficiente que hayas jugado con nuestras vidas? Por favor, déjanos en la plataforma de tren y te largas."
Nos dice que lo había hecho para no llegar tarde ya que no encontraba la salida de la autopista, a parte que él no pondría nunca en riesgo nuestras vidas porque sería también poner en riesgo las suya.
Le contesté que dar la vuelta y conducir de frente a los coches no era una opción, le dije que si quería jugar con la vida de alguien que lo hiciera con su amigos y familia pero que no lo vuelva a hacer con unos turistas ya que no estamos acostumbrados a ese tipo de cosas. Esta vez ya le grité que nos dejara en la plataforma y que se largara. La gente nos miraba, pero me importaba un pimiento, no me podía contener. Era eso o estamparle el bolso en su cara de ..."no se por qué te pones así?"
Llegamos finalmente al anden e insistí en que se fuera, la verdad es que me costaba incluso mirarle a la cara, nos las apañaríamos sin él. Nos dice que él no se va, tiene que dejarnos en el tren así que llamó a Haroon para explicarle a saber qué milonga. Fue en ese momento cuando nos percatamos de donde estábamos y de lo que había a nuestro alrededor. Gente mirándonos mal, rodeadas de hombres que cada vez se acercaban más a nosotras. Unos dormían sobre cartones esperando su tren, otros simplemente de pie, observándonos con todo descaro de arriba a abajo. Ratas, muchas ratas cruzando las vías del tren constantemente, y miles de bichos voladores que se chocaban contra nosotras. Aquel sitio era el más repugnante en el que había estado jamás y no por la suciedad, más bien por las personas que estaban intimidándonos. Estábamos en el infra-mundo, o al menos esa era mi sensación.
Anil me pasó el teléfono para que hablara con Haroon. Me dijo que ya le había dicho al conductor que lo que había hecho no estaba bien (daba la impresión que le hubiese reñido a un perrito, "eso no está bien, eso no se hace, perrito malo") pero que lo hecho, hecho estaba. Le había dado órdenes de dejarnos dentro del vagón y que si no queríamos hablarle que no lo hiciéramos, él se quedaría en un esquina esperando a nuestro tren pero no nos dejarían allí tiradas porque conocían esa estación y no era lugar para nosotras.
Le dije que OK a todo, también le dije que podía entender que lo hecho en la autopista fuese normal en India pero que en nuestro país era impensable y que al día siguiente y cuando estuviese menos nerviosa tendría una charla de nuevo con él.
Sentadas sobre nuestras maletas, golpeándonos el cuerpo cada dos por tres para intentar matar el bicho volador interpuesto en nuestro camino, tuvimos una visión, una esperanza entre todo lo que nos rodeaba. Vimos unos ángeles acercarse, vimos una pareja de turistas. Como si nosotras fuéramos su espejismo también, se acercaron a nosotras como si un imán nos atrajese.
Ella colombiana y él ingles aunque hablaba perfectamente castellano.
Se dirigían a Nepal ya que querían subir el Annapurna. Nos pusimos a compartir experiencias y sensaciones que, la chica al menos, había sentido durante sus 2 días en Delhi. Nos confesó que el día anterior no pudo contener la lágrimas de la rabia que sentía cuando los hombres la miraban de aquella manera que sólo ellos saben.
Hablamos también de otro asunto que nos traía en jaque, las propinas. Del caos de las ciudades, la suciedad. Peleamos con los bichos voladores y los no voladores que intentaban hospedarse en nuestras maletas. Nos invitaron a jugar a las cartas para distraernos aunque no estábamos para muchos juegos ya que había demasiada tensión en el ambiente. De repente se acercó un guardia de la estación y le ordenó de manera bastante amenazadora que dejaran de jugar ya que estaba prohibido. Una vez mas, increíble. Estaba permitido mear en la calle, escupir e incluso acosar, pero no jugar a cartas. Pues nada, seguiremos con la tertulia.
De vez en cuando pasaban trenes, y solo nos podíamos fijar en la "Sleeper class" y "Third class", en cómo iban esos vagones, gente apilada en montones, empujándose los unos a los otros que querían salir del tren o subirse al mismo en marcha, metiendo las maletas por las ventanillas y rezábamos para que la "First class" (la nuestra) y la "Second class" (de ellos) no se pareciese en nada a lo que estábamos viendo.
Llevábamos ya horas allí y tuvimos otra visión, un grupo de personas vestidas de azul. Iban en manada, hombre y mujeres, ellos con turbante y una daga en el pantalón. Pertenecían a los sikh. Crucé alguna mirada con ellos, y daba las gracias por hacerlo ya que su mirada nada tenía que ver con la del resto de la gente, era noble, normal, sin intimidación alguna. Cuánto daño podían hacer las miradas...
3 horas después oímos la llamada del tren de nuestros ángeles, y un minuto más tarde comunicaban la llegada del nuestro. Nos despedimos y les dimos las gracias por aparecer, no se qué hubiéramos hecho Gemma y yo solas allí con Anil castigado en una esquina. Nos hubiéramos desesperado, eso seguro.
Por fin llegó nuestro tren, estábamos contentas porque sabíamos que cualquier cosa iba a ser mejor que la estación.
Buscamos el vagón de "First class" con Anil tirando de mi maleta y nos metimos en lo que parecía un vagón fantasma. En el compartimento solo nosotras, y encantadas, aunque seguro que lo compartiríamos más adelante, pero bueno, al menos para ubicarnos estábamos a nuestro aire.
No estaba mal la verdad, sin lujos. Un enchufe, opción de ventilador, 2 literas en cada lado, un espejo, sabanas, mantas y almohada...rudimentario pero bien. El hombre que nos trajo la ropa de cama nos dijo que no nos preocupásemos, que el nos despertaría 20 minutos antes de llegar a la estación ya que la nuestra no era el destino final del tren.
Lo del baño ya era distinto, pero no quedaba otra que aguantar la respiración, no mirar mucho y nada de tocar.
Estábamos ya acostadas cuando a las 4:30h tocaron a la puerta. De un sobresalto me levanté a abrirla y vi a través del cristal a una persona comprobando la identificación de 2 chicos, uno de ellos al verme me dijo que no me preocupara y que continuara durmiendo (como si fuera tan fácil...). Se tumbaron en las literas de arriba y cayeron fulminados al momento. Teníamos la maletas atadas a las literas con cadena, documentación en el bolsillo interno y cosas de valor bajo las sábanas. Era momento de ponerse los tapones para dejar de oír ronquidos del de arriba e intentar dormir.
3 horas después oímos la llamada del tren de nuestros ángeles, y un minuto más tarde comunicaban la llegada del nuestro. Nos despedimos y les dimos las gracias por aparecer, no se qué hubiéramos hecho Gemma y yo solas allí con Anil castigado en una esquina. Nos hubiéramos desesperado, eso seguro.
Por fin llegó nuestro tren, estábamos contentas porque sabíamos que cualquier cosa iba a ser mejor que la estación.
Buscamos el vagón de "First class" con Anil tirando de mi maleta y nos metimos en lo que parecía un vagón fantasma. En el compartimento solo nosotras, y encantadas, aunque seguro que lo compartiríamos más adelante, pero bueno, al menos para ubicarnos estábamos a nuestro aire.
No estaba mal la verdad, sin lujos. Un enchufe, opción de ventilador, 2 literas en cada lado, un espejo, sabanas, mantas y almohada...rudimentario pero bien. El hombre que nos trajo la ropa de cama nos dijo que no nos preocupásemos, que el nos despertaría 20 minutos antes de llegar a la estación ya que la nuestra no era el destino final del tren.
Lo del baño ya era distinto, pero no quedaba otra que aguantar la respiración, no mirar mucho y nada de tocar.
Estábamos ya acostadas cuando a las 4:30h tocaron a la puerta. De un sobresalto me levanté a abrirla y vi a través del cristal a una persona comprobando la identificación de 2 chicos, uno de ellos al verme me dijo que no me preocupara y que continuara durmiendo (como si fuera tan fácil...). Se tumbaron en las literas de arriba y cayeron fulminados al momento. Teníamos la maletas atadas a las literas con cadena, documentación en el bolsillo interno y cosas de valor bajo las sábanas. Era momento de ponerse los tapones para dejar de oír ronquidos del de arriba e intentar dormir.